Estudiantes sordos de BYU se preparan para la comunicación enmascarada durante el semestre de otoño

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Traducido por Lynden Abernathy y revisado por Fernanda Chacon

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La terapeuta ocupacional, Rowan Banks, posa con unas mascarillas de ventana que diseñó en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, el miércoles 22 de julio de 2020. (AP Foto/Nardus Engelbrecht)

La pandemia de COVID-19 ha afectado a la comunidad sorda en maneras inesperadas.

Una gran porción de sordos americanos se comunican usando el lenguaje de señas americano que requiere claras expresiones del rostro y unos también leen los labios para entender a otros que les estén hablando. Ambos métodos de comunicación se complican cuando todos llevan mascarillas.

Emilee Segura, estudiante de último año en BYU, está estudiando los trastornos de comunicación y ella es la actual presidente del club del lenguaje de señas americano. Ella es parte de esa comunidad, pero tiene un implante de cóclea que la ayuda a oír un poco. Dice que no se había dado cuenta de lo tanto que depende de la lectura de labios hasta que todo el mundo empezó a llevar mascarillas.

“Es básicamente imposible oír a menos que estoy en un marco silencioso con alguien individualmente y la otra persona está consciente del hecho que soy sorda,” dice Segura, “Solo hay algo con el sonido y el movimiento de los labios que me hace capaz de oírlo completamente.”

Segura explica que no ha tenido tanta dificultad en el pasado al comunicarse y entender en sus clases, pero está preocupada por el semestre de otoño. Dice que disfrutó de hacer sus clases en línea la última mitad del semestre del invierno porque sus profesores no les hicieron reunirse en grupos de discusión con frecuencia, y cuando lo hacían, usaban salas individuales. Segura dice que esto la ayudó mucho porque normalmente cuando ha tratado de discutir con compañeros de clase, ha tenido dificultad en oír por encima de los otros estudiantes hablando en el aula.

Hannah Larson, estudiante de BYU, que estudia diseño de experiencia de usuario y es sorda, dice que prefiere clases presenciales porque es más fácil ver a su intérprete y profesor simultáneamente. (Hannah Larson)

Hannah Larson, una senior que está estudiando diseño de experiencia y que también es sorda, dice que prefiere las clases cara a cara en vez de en línea porque es más fácil ver sus intérpretes y profesores al mismo tiempo en el aula, y esto ayuda con la comprensión.

“Claro que hay unos beneficios de hacer clases en línea, pero personalmente quiero a mis intérpretes. Quiero verlos cara a cara”, dice Larson.

A través del centro de accesibilidad de BYU, los estudiantes sordos pueden estar conectados con escribientes e intérpretes que asisten a sus clases con ellos y teclean lo que se está diciendo, o lo dicen con lenguaje de señas. Segura dice que ha estado trabajando con el centro de accesibilidad para asegurar que sus intérpretes tienen mascarillas transparentes para poder comunicarse con ellos. 

Larson dice que compró muchas mascarillas transparentes para dar a sus intérpretes si es necesario, y a sus profesores. También planea pedirle a sus profesores que usen dispositivos con subtítulos mientras estén enseñando.

“El problema más grande con esto es que, aunque se les pueda pedir que bajen sus mascarillas por unos segundos, no es algo que uno quiero hacer en realidad”, dice Larson.

Segura estuvo de acuerdo, diciendo que cree que las mascarillas son importantes para deshacerse del coronavirus y no quiere que las personas se las quiten, pero desea que no fueran necesarias.

La regla de mascarillas de BYU requiere su uso en todas las aulas, pero hay una excepción para los “individuos involucrados con la enseñanza que requiere que los estudiantes vean expresiones faciales o movimiento de la boca”. En estas situaciones, los profesores tienen que llevar un escudo facial y mantener distanciamiento social. Después de enseñar, el profesor debe ponerse una mascarilla “inmediatamente”.

La hermana de Larson, Sarah Keeler, también es sorda. Keeler es un senior estudiando diseño y dice que no está tan preocupada por entender en sus clases como el entender a otros estudiantes en las interacciones del día a día. Ella comenta que lo que más ayuda es cuando las personas oyentes evitan sentirse frustrados con las personas sordas cuando tienen dificultad en entenderlos.

“Simplemente continúen teniendo paciencia y una mente abierta, dispuestos a trabajar con nosotros y encontrar otras maneras de comunicarse”, dice Keeler.

Larson estuvo de acuerdo, diciendo que aprecia cuando alguien se da cuenta de que ella está luchando y hacen lo posible para ayudarla a entender.

“Sólo sé dispuesto a escuchar, porque es difícil para nosotros, y si uno está dispuesto a intentar eso significa mucho para nosotros”, dice Larson.

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