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Controversia con el código de honor, LGBT cede el lugar al COVID-19

Read in English: LGBT, Honor Code controversy took a backseat to COVID-19

Traducido por Nastacha Alvarado y revisado por Diego Calderón

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Nota del editor: Durante el semestre de invierno 2020, algunos estudiantes de periodismo examinaron varios temas culturales que impactan directamente a la comunidad de BYU porque “El mundo es nuestro campus”. Esta historia es parte de esta serie, la cual se llama “El mundo llega a nuestro campus.”

El anuncio hecho en marzo, en el que todas las clases ofrecidas por BYU serían cambiadas en línea por el COVID-19 llegó en el momento de una gran disputa en el campus sobre las normas del código de honor acerca de conducta homosexual entre los estudiantes.

La tensión pública se esfumó mientras estudiantes, facultad y empleados hicieron el cambio a sus hogares para trabajar y aprender, pero la memoria de la disputa y su posible futuro sigue en pie.

Estudiantes de BYU comenzaron sus protestas del código de honor, que explica normas de comportamiento, en abril del 2019. Las prioridades de los protestantes incluía protección, responsabilidad y seguridad para estudiantes LGBT entre otras cosas.

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Desde esa primera protesta, han ocurrido muchos cambios, incluyendo la incorporación de observadores ajenos a la institución y a los procesos disciplinarios del código de honor. El 19 de febrero del 2020, BYU anunció más cambios, incluyendo la eliminación de una cláusula en el codigo de honor con reglas acerca del comportamiento homosexual.

Para algunos, el cambio fue motivo de celebración. Medios de comunicación a nivel nacional, incluyendo el New York Times y Newsweek, publicaron una historia sobre la supuesta relajación de las normas. Una foto de dos mujeres besándose frente a un estatua de Brigham Young se hizo viral.

Mensajes en conflicto

Más tarde ese día, BYU anunció en Twitter que la administración creía que había ocurrido una mala comunicación, diciendo “aunque hemos sacado el lenguaje más preceptivo, los principios del código de honor siguen igual”. Docenas de estudiantes participaron en protestas y contra-protestas por dos semanas y cuando se les pidió a los oficiales de la universidad que aclaren lo que significaban los cambios, guardaron silencio.

El 4 de marzo, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días publicó una carta aclarando la declaración sobre los cambios.

“Comportamiento romantico homosexual no puede llevar al matrimonio eterno y por ende no es compatible con los principios incluídos en el código de honor”, dice la carta, que fue firmada por Elder Paul V. Johnson, comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia.

Tras el anuncio, protestas organizadas por estudiantes LGBT y aliados se llevaron a cabo en el campus de BYU y en la sede central de la iglesia en Salt Lake City. Estas protestas fueron contrarrestadas por otras reuniones en el campus que incluyó la lectura públic de “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, un documento publicado por la iglesia que dice que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer.

Una cuenta de twitter y un sitio web titulada, “Save BYU” (Salva a BYU) apareció en febrero. Desde entonces el sitio web ha caducado. La cuenta de twitter a hecho “retweet” información sobre eventos como las contra protestas y lecturas públicas de “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”. Un tweet muestra imágenes de pequeñas copias del documento que el usuario dijo estarían puestas por todo el campus.

La cuenta también posteo fotos de la carta del Sistema Educativo de la Iglesia con la leyenda “¡Ganamos!”.

Otro tweet dice, “Cada profeta y Dios ha declarado que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y eso es eterno”.

Una vez que las clases del campus pasaron a ser en línea, el movimiento de ‘Save BYU’ no respondió a peticiones por comentarios.

El impulso tras las protestas y contra-protestas ha declinado sin los estudiantes en el campus, pero algunos dicen que eso dividió a las personas en campos apartes y que el asunto puede reaparecer como tema de discusión una vez que se vuelvan a llenar los salones.

Thomas Richins, estudiante de enseñanza de ciencias sociales y miembro de la comunidad LGBT, dice que los cambios al código de honor lo han impactado a él y al resto de la comunidad de manera muy negativa.

Según Richins, él y otros estudiantes LGBT en BYU estuvieron felices por los cambios al comienzo del año, especialmente por haber escuchado rumores que la revelación y oración fueron parte de la decisión para sacar la cláusula del codigo de honor sobre la homosexualidad.

Después de la publicación de la carta del Sistema Educativo de la Iglesia, Richins dijo que ha sentido mucho temor y confusión, hasta el punto de preguntarse si la eliminación inicial de la cláusula fue una táctica institucional para descubrir estudiantes LGBT en el campus.

“En mi opinión, hubiera sido mejor no haber hecho ningún cambio”, dice Richins.

Por lo general, Richins dice que ha tenido experiencias negativas en BYU en cuanto a sus opiniones y sexualidad.

“Es difícil saber que nunca voy a ser aceptado si elijo salir con alguien al cual estoy naturalmente atraído de acuerdo con lo que dicta la química de mi cuerpo”, dice Richins. Él también ha experimentado consecuencias negativas y bromas sobre su homosexualidad, pero también nota que las cosas han mejorado desde que la gente ha tomado conciencia de la comunidad LGBT.

Richins dice que tiene profesores que entienden, o al menos respetan, que el asunto es difícil para él y cobra un precio en su salud mental.

Richins dice que él sí siente que el campus de BYU está dividido en el asunto de la homosexualidad y derechos para estudiantes LGBT. Él desea que BYU publique un carta de disculpa para aquellos en la comunidad o aumentar las capacidades de los servicios de terapia y psicología de BYU.

“Hay algo mal en el sistema, pero se siente como si a BYU realmente no le importa porque están demasiado enfocados en donantes o algo así”, dice Richins. “No podemos cambiar la voluntad de Dios, pero sí podemos tratar a otros con amabilidad. Se siente como si BYU no quiere hacer ninguna de esas cosas”.

La división en el campus

Estudiante de ciencia política, Dayson Damuni, tiene una opinión distinta. Damuni siente que aunque la redacción del código de honor fue cambiada, los valores y principios del código de honor siguen en pie.

“Creo que es irresponsable y poco realista para las personas esperar y demandar que una universidad que tiene como dueño, es financiada y administrada por la iglesia, cambie las normas que aconseja a sus miembros que cumplan”, dice Damuni.

Él dice que la redacción del código de honor afirma su admiración por la iglesia, pero desde los cambios y la carta del sistema educativo de la iglesia, ha perdido respeto hacia parte del cuerpo estudiantil. Él describe el comportamiento de los estudiantes involucrados en las protestas del código de honor como “inmaduro e irresponsable”.

“Ha sido preocupante y desalentador ver cómo este movimiento se ha transformado desde el año pasado cuando algunos estudiantes protestaron la política de aplicación del código de honor, a este año donde los estudiantes están protestando el mismo código de honor y doctrina de la iglesia establecida por el Señor”, dice Damuni.

Damuni expresa estas ideas en redes sociales y en persona con su familia, amigos y desconocidos. Él dice que casi siempre recibe respuestas negativas y frecuentemente se le llama homofóbico e intolerante.

“Es muy perturbador que la mayoría de la gente que es parte de este nuevo movimiento radical ni puede tener conversaciones civiles con aquellos de vistas contrarias sin recurrir a insultos, groserías y hacerse la víctima”, dice Damuni.

Damuni no cree que el campus está muy dividido, aunque reconoce algunas diferencias en política entre estudiantes. Damuni se alinea con el movimiento político conservador y cree que la mayoría de estudiantes de BYU se sienten igual.

“A pesar de la división política que a veces existe, ha sido mi experiencia que la gran mayoría de estudiantes de BYU, incluyendo grupos minoritarios, no apoyan el cambio rotundo de la doctrina de la iglesia y el código de honor”, dice Damuni.

En algunos casos, estudiantes de BYU han elegido organizarse en movimientos por redes sociales. Blogs, cuentas de twitter e instagram se usan frecuentemente como herramientas para compartir creencias e información.

Creando comunidad en el campus

‘Color the Campus’ (Colorea el campus), operado por el estudiante de psicología, Bradley Talbot, es un movimiento con el fin de demostrar apoyo por individuos LGBT al tener “días de arcoiris”. Talbot anuncia un día designado como día de arcoiris por la cuenta de instagram, colorea el campus, y los estudiantes que pertenecen o son aliados con la comunidad LGBT visten un arcoiris para la escuela. Talbot también presenta discusiones educativas por instagram.

Talbot cree que visibilidad y representación en el campus son importantes. Él recibe mensajes de estudiantes casi todos los días diciendo que aún no han salido del closet pero sienten consuelo por la idea de tener una comunidad de apoyo.

Como parte de la iniciativa, Talbot frecuentemente regala broches de arcoiris y banderas a los estudiantes. Después de los cambios al código de honor y la publicación de la carta del Sistema Educativo de la Iglesia, Talbot dice que el movimiento se ha acelerado.

Como respuesta a los cambios, Talbot dice que la experiencia ha sido personalmente difícil para él, y que él siente que BYU ha barrido a la comunidad LGBT bajo la alfombra. Sin embargo, él piensa seguir teniendo días de arcoiris tan pronto las clases en el campus continúen.

Talbot sí piensa que hay división política en BYU y que sólo se pueden solucionar las cosas por medio de acuerdo mutuo y discusión.

“No son los estudiantes contra BYU específicamente, porque hay mucho bien que hace BYU. No puedes tirar la cosa entera por sólo un problema. Los estudiantes sí están en contra de este tipo de discriminación e ignorancia y negligencia que sienten”, dice Talbot.

Con la suspensión de las clases por causa del COVID-19, no se sabe cómo o si este grupo avanzará o cómo la iglesia responderá con futuros avances, aunque creencias personales sobre el tema seguirán como parte de la discusión.