Algunas mujeres de BYU reciben presión por no conformarse con normas culturales

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Read in English: Some female students, professors get push-back for stepping outside cultural norms

Traducido por Nathan Henstrom y revisado por Diego Calderón

Nota del editor: Durante el semestre de invierno 2020, algunos estudiantes de periodismo examinaron varios temas culturales que impactan directamente a la comunidad de BYU porque “El mundo es nuestro campus”. Esta historia es parte de esta serie, la cual se llama “El mundo llega a nuestro campus.”

Varias profesoras de BYU tienden la mano a las estudiantes para animarlas a que procuren títulos de postgrado a pesar de la oposición cultural. 

Sarah Coyne, profesora de la Facultad de vida familiar, se interesó en la pedagogía cuando tenía 20 años y cuando asistía a la Universidad de Utah. 

“Mientras trabajaba como profesora ayudante, mi profesor me pidió el favor de enseñar la clase mientras él estaba por fuera de la ciudad”, dijo Coyne. “Enseñé a 300 estudiantes, incluyendo un programa de educación a distancia para aquellos dentro de la cárcel del estado de Utah. El día que enseñé, llevaba un suéter amarillo, me había rizado el pelo, y presenté una parte de un video de Seinfeld. Fue el mejor día”. 

Desde ese día, Coyne estaba determinada para lograr su doctorado. 

Sin embargo, la determinación de Coyne se enfrentó con la oposición. Mientras su esposo y ella esperaban a que él tomara el examen jurídico estatal, ellos decidieron que ella debería ser la fuente principal de ingreso económico para la familia por un tiempo. 

“Estábamos en contra de cada estereotipo que era prevalente en el condado de Utah, contra mi propia crianza y todo lo que imaginaba para mi vida”, explicó Coyne. “Pero cuando reflexiono, no puedo imaginarme haciendo algo diferente. Siento que este era el camino que tuve que elegir. Necesitaba poner mi confianza en que Dios me guiaría”. 

Sara Coyne da un discurso en un devocional de BYU en el 31 de mayo de 2016. (Universe Archive)

Había otros, sin embargo, que no estaban en acuerdo con ella y su optimismo. 

“Esperamos por tres años para tener hijos para que me pudiera enfocar en terminar mi doctorado”, comentó Coyne. “Los parientes, los miembros del barrio, y los amigos nos decían cosas como ‘¿Por qué no siguen el consejo del profeta?’ y ‘¿Todavía creen que la Iglesia es verdadera?’”. 

Aún en los inicios de los estudios para su doctorado, las personas se le acercaron con preguntas así. Ahora, como profesora, Coyne recibe preguntas como, “¿Quién está cuidando tus hijos?” o “¿No te preocupas por tus hijos?”. 

“Los hombres nunca reciben preguntas así”, aseguró Coyne. 

Ella recordó un incidente que le pasó hace año y medio cuando un estudiante masculino entró en su oficina y él le dijo que debería quedarse en casa con sus hijos. Además, le dijo que él podría enseñar la clase mejor que ella porque él tenía el sacerdocio. 

“Eso no era una ofensa pequeña, era un obvio ataque contra mí”, explicó Coyne. 

Aunque muchas estudiantes no hayan experimentado lo mismo que Coyne, ella aconseja a aquellas que procuran un título doctorado a que se preparen para enfrentar experiencias similares. 

“Educa antes de tomar represalias”, dijo Coyne, “Puedes enojarte y ser agresivo con los que te hablan rudo, pero siempre prefiero informarles de mi camino de vida y por qué hago lo que hago”. 

Similar a Coyne, Cassiopeia Fletcher, estudiante de posgrado de comunicación social en BYU, dijo que su camino educativo es guiado por Dios. Después de haber logrado su maestría en bellas artes en la escritura creativa de la Universidad de Creighton, Fletcher se sintió impulsada para estudiar comunicación social en vez de escritura creativa. 

Fletcher se ha sorprendido por cuan fácilmente su conocimiento de escritura creativa se ha traslado al estudio de la comunicación social, ella está contenta con su decisión. A pesar de esta confirmación personal, Fletcher explicó que a veces experimentó aseveraciones negativas cuando otras personas escuchan acerca de sus aspiraciones.  

“Recibo comentarios de otros quienes me ven, una mujer soltera con más que 30 años, procurando educarme”, comentó Fletcher. “Las personas se creen autorizadas para dirigir la vida de otras personas, sin importar lo que sea — no están autorizadas”. 

Para aquellas estudiantes que enfrentan circunstancias similares, Fletcher dice: “Sé feliz en donde te encuentras. No estás sola. No necesitas la aprobación de tu abuela o tu tía entrometida. Lo que los otros piensan es irrelevante, y debes hacer lo que sientes que Dios quiere para tu vida”.

Otras profesoras no han enfrentado la misma oposición en su camino hacia el doctorado. Julie Preece, profesora de la Oficina de Apoyo Académico de BYU dijo que ella había tenido mucho apoyo de la familia y de los amigos mientras estuvo en su programa doctorado. 

No obstante, ella mencionó que es probable que otras estudiantes no han recibido el mismo apoyo que ella tuvo en su crianza y anima a que no vean las normas culturales como obstáculos, sino que las vean como oportunidades para aumentar la convicción personal. 

“Siempre habrán opositores”, dijo Preece. “Este tipo de personas y sus comentarios solo deben ayudarnos seguir comprometidas en nuestra meta y nada más”. 

Hailey Goold, una estudiante del programa del ejercicio y bienestar, quiere estudiar fisioterapia después de graduarse, lo que le demorará tres años más. 

“En toda mi vida, siempre ha habido una expectativa para obtener educación”, explicó Goold. “En mi crianza, sin embargo, mi padre trabajaba y mi madre nos criaba, entonces esto es lo que se esperaba para mi. Me quiero casar un día y tener una familia, pero no tengo tanto control sobre eso como de mi educación y mi carrera. Por eso quiero asistir a la escuela de fisioterapia”. 

Aunque Goold no ha experimentado la oposición de otros, ella aprecia haber recibido consejo de mentoras y profesoras que le animan a ella y a otras estudiantes a prcourar lograr una educación excelente. 

Ese tipo de ánimo, dice la profesora Julianne Grose de la facultad de microbiología, es esencial que las estudiantes tengan cuando procuran hacer sus sueños la realidad.

“Cada mujer con quien he hablado en academia ha tenido el apoyo de alguien”, dijo Grose. “Nunca habría pensado en lograr un doctorado si una de mis profesoras no me hubiera presionado y animado constantemente en mi último año de la universidad”.

Julianne Grose en un laboratorio en el campus de BYU. (BYU Photo)

Junto con su esposo, Grose dijo que esa profesora era el único apoyo que tuvo. Cuando estuvo en su programa doctorado, recibió comentarios de los amigos, los miembros del barrio, y de la familia como “¿Cómo se sentiría tu esposo si obtuviera un título mayor que él?”. 

“Nos demoró varios años tener un hijo”, comentó Grose. “Cuando la gente escuchaba esto, me decían, ‘puede que te embaraces si pusieras a la familia primero y la educación segundo’”. 

Grose enfatizó que era necesario que las mujeres tengan un sistema amplio de apoyo mientras procuran su título posgrado, y esto para contrarrestar los comentarios negativos que vendrán de seguro. 

“Habrán días en que el desánimo llegarán. Es muy probable que renuncies si no hay un sistema de apoyo como de los mentores”, aseguró Grose. 

Savannah Hughes, estudiante de microbiología, dice que la profesora Sandra Hope, del departamento de microbiología, su madre y Kathryn Janeway de “Star Trek: Voyeger” han sido mentores para ella. 

“Admiro a la profesora Hope porque ella es increíble, tiene mucho conocimiento y no hace caso a las voces negativas. Ella hace exactamente lo que quiero hacer yo”, explicó Hughes. “Mi madre se está preparando para el examen GRE para volver a los estudios, lo que me inspira mucho. La capitán Janeway es maravillosa porque ella se enfrenta a la micro-agresión como ninguna otra persona”.

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