Read in English: Giving blood during a global pandemic
Traducido por Frankie Astorga y revisado por Camila Costa
Nota del editor: Emily Andersen, reportera del Daily Universe, dió sangre el martes 7 de abril. La Cruz Roja Estadounidense busca rutinariamente voluntarios para donaciones de sangre y afirma en su sitio web que donar sangre todavía es seguro durante la pandemia.
Salí de mi apartamento media hora antes, a pesar de que Google dijo que el centro de donación de sangre de la Cruz Roja de Orem solo me llevaría siete minutos llegar. Estaba muy nerviosa. Nunca antes había donado sangre. Hace unos años doné plasma en uno de esos lugares que te da dinero cada vez que entras, pero después de intentarlo dos veces y casi desmayarme ambas veces, nunca más regresé.
Me dije a mí misma que esto iba a ser diferente. Primero, no soy tan pequeña como cuando tenía apenas 18 años, y había desayunado bien, así que pensé que no tenía que preocuparme por desmayarme. En segundo lugar, la donación de sangre era más importante ahora que nunca, con COVID-19 y todo lo que estaba pasando, por lo que podría sentirme bien al prestar un servicio muy necesario.
Resulta que ninguna de esas garantías era completamente cierta.
Inmediatamente después de entrar por la puerta, me dieron desinfectante de manos y me pidieron que sostuviera un termómetro debajo de la lengua. Después de verificar que no tenía fiebre, el joven de la puerta me preguntó si tenía una cita, ya que la Cruz Roja ya no aceptaban entrar sin cita previa. Le dije que sí, aunque me había costado conseguirla.
No habían turnos disponibles para la donación de sangre durante las siguientes semanas, así que después de buscar por un tiempo, me anoté para donar plaquetas, que es un poco más intenso que la donación regular de sangre. Durante la donación de plaquetas, se extrae sangre de un brazo, luego una máquina extrae las plaquetas de la sangre antes de devolver los componentes sanguíneos restantes al otro brazo.
Un joven, cuya etiqueta decía 'Stephen', vino a registrarme. Después de ver el tipo de donación para la que me había inscrito, me preguntó si alguna vez había donado plaquetas. Le dije que no y que tampoco nunca había donado sangre. Después de explicarme que la donación de plaquetas era un proceso de dos horas en el que no sería capaz de mover ninguno de mis brazos, Stephen me preguntó si preferiría hacer una donación entera de sangre regular ya que esta sería mi primera vez. Estuve de acuerdo con él ya que eso probablemente sería una mejor idea.
El proceso de registrarse implicó mucho más gel antibacterial — me ofrecieron más después de tocar cualquier cosa que no fuera mi propio cuerpo, como la computadora en la que firmé mi nombre. Stephen luego me dirigió a una silla, y después de tomar un momento para encontrar la mejor vena, me enganchó a la máquina.
Durante los primeros minutos, le pregunté a Stephen sobre cómo ha cambiado el proceso de donación desde el brote de COVID-19. Me dijo que al principio había una avalancha de personas que venían a donar, sobre todo porque todas las unidades de sangre habían sido canceladas. Luego, después de que el centro de donación dejó de aceptar turnos sin cita previa, las donaciones volvieron a una consistencia normal, aunque es evidente que hay mucha gente dispuesta a ayudar, basado en que las citas están constantemente reservadas.
Mientras estaba allí, dos mujeres diferentes con máscaras entraron para preguntar si el centro estaba tomando turnos sin cita previa o “walk-ins”. Stephen también mencionó que la demanda de sangre en realidad ha bajado recientemente, debido a la cancelación de todas las cirugías no esenciales y el hecho de que estando todos encerrados en sus hogares, no hay muchas personas que estén teniendo accidentes que los dejan gravemente heridos.
Por supuesto, siempre hay una necesidad constante de donaciones de sangre, como se enfatiza en el sitio web de la Cruz Roja. Han dedicado una página en el sitio a COVID-19 y cómo está afectando a la donación de sangre, diciendo: 'En tiempos de crisis, la Cruz Roja es afortunada de presenciar lo mejor de la humanidad mientras la gente se remanga la camisa para ayudar a los necesitados. Apreciamos enormemente la generosidad del público para mantener los estantes de los hospitales abastecidos durante este tiempo incierto'.
Aprendí mucho de mi conversación con Stephen, pero después de unos minutos, no pude decir mucho más. Parece que independientemente de cuánto peso he subido o de qué comí para el desayuno, mi cuerpo no reacciona bien cuando me toman sangre. Logré decirle a Stephen que no me sentía bien, y casi inmediatamente sentí que él retiró la aguja de mi brazo. Otra mujer me trajo un jugo de manzana mientras Stephen me vendaba el brazo. Después de descansar un poco, pude caminar hasta el área de descanso, donde me acosté con los pies en una silla bebiendo jugo durante los próximos 10 o 15 minutos.
Por suerte nunca me desmayé. Cuando empecé a sentirme mejor, Stephen me aseguró que habían sido capaces de conseguir una unidad completa de sangre antes de que me quitara la aguja. Me sorprendió lo contenta que estaba de oír eso, y me recordó por qué había querido hacer esto en primer lugar.
Agarré una pequeña bolsa de galletas de la mesa, y al salir a mi auto, reflexioné sobre cómo yo había logrado una diferencia. Tal vez no había una necesidad tan grande como había anticipado por de COVID-19, pero siempre habrá personas que necesitan mi sangre sana. Y aunque me quedé con una ligera sensación de mareo, recordé que no era nada comparado con lo que sufre aquella persona que recibiría mi sangre.
Según el sitio web de la Cruz Roja, se necesitan aproximadamente 36,000 unidades de sangre diariamente en los Estados Unidos. Yo había podido aportar una de esas unidades. Fue una sensación satisfactoria saber que estaba contribuyendo a la salud general de otros estadounidenses durante este momento de crisis. Los animo a todos a que hagan lo mismo.