La comunidad de BYU habla acerca de la desaparición y muerte de mujeres nativo-americanas

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Traducido por Jair Barberán

Leer en inglés: BYU community speaks out about missing and murdered Native American women

Bailarines de Native American Jingle están en un espectáculo de baile en Women’s March Provo en el 18 de enero. (Karina Andrew)

Un día en agosto del 2019 Savanna LaFontaine-Greywind estaba embarazada de ocho meses y regresaba a su casa en Fargo, Dakota del Norte, cuando una vecina le preguntó si podía ayudarla a modelar un proyecto de costura. LaFontaine-Greywind aceptó ayudar y subió las escaleras. Ella nunca regresó.

El cuerpo de LaFontaine-Greywind fue hallado días después en un río y su bebe, que estaba a un mes de su fecha de nacimiento, había sido extraído de su útero con una navaja del tipo que se utiliza para cortar cajas.

La policía inspeccionó el apartamento de los secuestradores de LaFontaine-Greywind y encontraron al bebe días después de que Savanna fuera reportada como desaparecida.

LaFontaine-Greywind es una de muchas nativo-americanas victimizadas y asesinadas cada año.

Su tragedia provocó la creación de la ‘Ley de Savanna’, que se presentó al Senado en junio. Si se aprueba, esta ley requerirá que el fiscal general de los Estados Unidos revise, corrija, y desarrolle protocolos de la aplicación de la ley y la justicia que amparen a los nativo-americanos desaparecidos y asesinados.

El tema de casos no denunciados de nativo-americanas desaparecidas y asesinadas ha seguido afectando a amigos y familiares que buscan consuelo por la pérdida de sus seres queridos. Los grupos de defensa, junto con los profesores y estudiantes nativo-americanos de BYU, esperan aumentar la concienciación sobre el tema.

Si bien este problema ocurre en los Estados Unidos y Canadá, Salt Lake City tiene la novena taza más alta de niñas y mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas en los Estados Unidos según el Urban Indian Health Institute (Instituto de Salud Indígena).

Legislación como la ‘Ley sobre la Violencia contra la Mujer’ (la cual agregó estipulaciones para las mujeres y coaliciones de nativo-americanos para combatir la violencia doméstica dentro de las tribus, independientemente de los límites geográficos) y organizaciones como la Restauración de Vientos Ancestrales (RAW, por sus siglas en inglés), son algunos de los recursos que diversas personas están utilizando para tratar de afrontar el tema de las mujeres nativo-americanas desaparecidas y asesinadas.

RAW, un centro que ayuda a individuos nativo-americanos que han sufrido agresión sexual y violencia doméstica, está trabajando junto con las tribus en el área de la Gran Cuenca (Great Basin), que incluye la mitad de Utah, la mayoría de Nevada y partes de Idaho, Wyoming, Oregon y California.

Moroni Benally, coordinador de políticas públicas y promoción de RAW, dijo que hay un problema más grande que debe entenderse cuando se discute el tema de la violencia doméstica y los casos de personas desaparecidas que involucran a nativos americanos.

“Tenemos que comenzar a hablar sobre las vías de cómo ocurren estos crímenes (desapariciones y asesinatos de nativas americanas)”, dijo Benally.

Un factor pasado por alto que Benally discutió fue el sentimiento de rechazo de las comunidades de jóvenes de “dos espíritus” o LGBT en reservas indígenas. El rechazo aumenta su riesgo de suicidio y también aumenta las posibilidades de que sean forzados al tráfico sexual o eventualmente se conviertan en víctimas de asesinato, dijo Benally.

“Una de las razones por las que este tema no ha recibido mucha atención, o no ha recibido los recursos necesarios hasta ahora, es en parte porque muchas de estas víctimas no fueron la ‘víctima icónica’; ellas no eran la joven mujer blanca de cabello rubio”, dijo Benally.

Dijo que muchos de estos problemas comienzan con “el trauma histórico de estas comunidades”.

Según Benally, muchos nativos americanos ya no viven en reservas, lo que hace que rastrearlos sea responsabilidad del estado en lugar de su tribu. Este hecho es respaldado por el Censo de los Estados Unidos del 2010, que encontró que el 78% de los indígenas estadounidenses vivían fuera de las áreas designadas para indios americanos y nativos de Alaska.

Muchos de ellos dejan las reservas con la intención de buscar mejores oportunidades que las que tienen disponibles en la reserva.

“Desde un principio son vulnerables, están desposeídos de sus comunidades y no tienen las habilidades para sobrevivir por sí mismos, por lo que terminan en situaciones aún más vulnerables”, dijo Benally. “Los responsables saben lo que tienen que buscar; saben cómo encontrar a las víctimas”.

Dijo que un factor que contribuye a muchos de estos casos está relacionado con la normalización de la violencia doméstica que algunas mujeres experimentan debido a la temprana exposición a la violencia en el hogar. Este tema se perpetúa mucho más allá de los secuestros y asesinatos, hace muchas décadas se ha arraigado en el núcleo de su cultura, indicó el coordinador.

“Si pudieras encontrar un solo nativo americano que no haya sido afectado por este tema (las desapariciones y asesinatos de mujeres nativo-americanas), de alguna manera personal, sería un milagro”, dijo Benally.

Benally y RAW trabajan en estrecha colaboración con los departamentos de policía locales y otras organizaciones para ayudar a proporcionar los mejores recursos posibles a las víctimas y sus familias.

Jason Jensen, un investigador privado y cofundador de la Coalición de Casos Fríos de Utah, ha trabajado desde el 2017 para ayudar a resolver casos fríos en todo Utah. Sin embargo, desde las primeras etapas de la coalición, Jensen solo ha trabajado en un caso que involucra a nativos americanos.

“Frecuentemente, las cosas no se informan porque los afectados intentan manejar estos asuntos dentro de la reserva”, dijo Jensen.

Las medidas en que los gobiernos estatales y locales pueden intervenir dentro de las reservas también impiden que algunas víctimas y posibles víctimas busquen la seguridad que desean.

“Debido a las leyes que rodean a sus países, (las reservas) suelen ser un refugio seguro para los criminales”, dijo Jensen.

Jensen dijo que hay muchas ideas erróneas sobre estas víctimas de los nativos americanos. Una de las ideas erróneas que señaló es la falta de informes a los funcionarios estatales cuando las mujeres desaparecidas regresan a sus tribus.

Los funcionarios gubernamentales perciben la necesidad de un cambio en estas comunidades y están cumpliendo con su parte para lograr un cambio.

Representante Estatal Angela Romero ayudó con la aprobación de una resolución para que el 5 de mayo sea reconocido como el Día de Concientización sobre Mujeres, Niñas y LGBT Indígenas Desaparecidos y Asesinados. El gobernador Gary Herbert firmó la resolución el 25 de marzo del 2019.

Romero ha trabajado estrechamente en la colaboración con organizaciones, como el Departamento de Seguridad Pública de Utah y RAW, para ayudar a aumentar la concienciación y promover la defensa de este problema.

“Para poder demostrar que es una crisis, necesitamos cuantificar los datos”, dijo Romero. “Es un tema de alta complejidad”.

Romero, quien tiene ancestros nativo-americanos e hispanos, dijo que sentía la necesidad de que estas comunidades tengan una mejor representación y que ella espera hacerlo durante su período en el cargo.

Una profesora de la facultad de derecho de BYU, Michalyn Steele, dijo que, aunque personalmente no ha tratado con este tipo de casos, el ser nativo-americana la ha hecho muy consciente del problema.

“No conozco a nadie en mi círculo personal que haya sido asesinado o que haya desaparecido. Pero uno no tiene que investigar la comunidad nativo-americana muy a fondo para encontrar estas trágicas historias que ocurren semana tras semana, año tras año”, dijo Steele.

Ella dijo que ha visto que se ha empezado a cambiar las leyes para mejorar la jurisdicción tribal y los asuntos legales que toman lugar en las reservas.

“No han cambiado lo suficiente, pero he visto cambios”, dijo Steele.

Este problema se expande mucho más allá del suelo de los nativos americanos en los Estados Unidos; también afecta a las tribus de las Primeras Naciones en Canadá, dijo la profesora.

“Los crímenes contra mujeres nativas o indígenas deben ser tratados tan seriamente como los crímenes contra cualquier otra persona”, dijo Steele.

Una manera de afrontar el problema más seriamente sería la implementación de mejores pautas y procedimientos de investigación y enjuiciamiento, dijo la profesora.

La profesora de educación de BYU, Roni Jo Draper, dijo que para ella es importante discutir tales temas en clase y ayudar a los estudiantes a ser conscientes de los asuntos problemáticos que los rodean.

Draper también es miembro de la tribu Yurok en Reno, Nevada, donde creció y asistió a la universidad.

Aunque Draper no vive en la reserva de Yurok, ella tiene familiares que aun viven allí. Ella dijo que sus visitas periódicas la ayudaron a notar la falta de recursos y representación política que la gente afronta diariamente en las reservas.

“Creo que quizás tenemos un malentendido de que se trata solo de esta ubicación geográfica”, dijo Draper, y agregó que hay más personas que viven fuera de la reserva de las que viven dentro, por lo que esas protecciones deben ampliarse.

Las complejidades legales entre los nativo-americanos que viven dentro y fuera de las reservas hacen que cada caso sea único con diferentes niveles de precauciones según las circunstancias.

Muy pocas personas conocen la gravedad del problema debido a la baja representación y reportaje de los casos investigados. Draper dijo que cree que se podría hacer más para informar a quienes no estén al tanto del problema.

“No creo que ha habido suficiente cobertura mediática (sobre los casos)”, dijo Draper. “Hay tantas cosas difíciles en el mundo, y esto podría parecer como una más”.

Draper dijo que, además de la falta de cobertura en torno a este tema, también hay muchas variables que se pasan por alto que contribuyen directamente a los asesinatos y desapariciones de estas mujeres, algo que, según ella, debe afrontarse inmediatamente.

La estudiante de BYU, Victoria Meza, se vistió con ropa tradicional indígena. (Claudia Loayza-Cole)

Victoria Meza, estudiante de BYU de herencia Navajo, dijo que a pesar de su comprensión de la vida fuera de una reserva, conoce las dificultades de crecer en las reservas gracias a sus visitas de verano con la familia.

“Mis abuelos también decidieron criar a mi madre fuera de la reserva porque, por su experiencia, vivir en una reserva no era el tipo de vida que querían para sus hijos”, dijo Meza.

Meza dijo que sentía que tenía los recursos adecuados como mujer nativo-americana que no vive en una reserva para sentirse segura, pero que sería diferente si hubiera vivido en una.

Esto se debe en parte a la falta de recursos como la presencia policial, dijo ella.

Meza dijo que entiende que algunas mujeres deciden quedarse en las reservas a pesar de las circunstancias difíciles debido a su conexión con la tierra y a que sienten que les faltaría una parte de ellas mismas si viviesen fuera de ellas.

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